lunes, 25 de febrero de 2013

DE MANTILLA Y PEINETA


 Madrinas en la antigua procesión del Silencio del Viernes Santo en Don Benito : Foto Disancor

 

Muy característico de la Semana Santa de Don Benito, y por supuesto de otras localidades, es la de formar parte de los cortejos procesionales de nuestras Hermandades y Cofradías, un nutrido grupo de hermanas vestidas con la típica mantilla española, bien en color blanco como sucede en la Hermandad de la Borriquita, bien en color negro, como en el caso de la procesión de la Buena Muerte el Jueves Santo o de la Virgen de la Soledad el Viernes.
Pero vamos a profundizar en esta entrada de blog en el origen y significado de esta tradición:


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HISTORIA DE LA MANTILLA


Aunque el origen no es del todo bien conocido, se cree que los primeros velos y mantos que utilizaban las mujeres como adorno y como prenda de abrigo, son el origen de las primeras mantillas conocidas; fueron utilizadas, principalmente, como piezas ornamentales en el vestuario de la mujer.

La evolución de esta prenda estuvo marcada por factores sociales, religiosos e incluso climáticos. Estos últimos eran visibles, en el tipo de tejido utilizado para su confección. En la zona norte se utilizaban tejidos tupidos con una finalidad clara: servir de abrigo. En la zona sur, se utilizaban tejidos con fines meramente ornamentales, como la seda. En ambos casos, podían ir finamente ornamentadas, las de "fiesta" que se lucían en ocasiones señaladas, o sencillamente adornadas, las de "diario".

Los primeros usos de la mantilla, se dieron entre el pueblo. No eran utilizadas por las altas clases sociales o aristocracia. Eran utilizadas, más a modo de manto de abrigo que como prenda ornamental, sin hacer uso de la peineta.

A principios del siglo XVII, comienza una evolución de la mantilla dejando paso a una pieza más ornamental en el vestuario femenino, al sustituir, poco a poco, el paño por los encajes. Poco a poco, empieza a extenderse el uso de esta prenda como ornamento, aunque habría que esperar hasta bien entrado el siglo XVIII para que la mantilla empiece a ser utilizadas por las clases más altas.


Isabel II con mantilla


La reina Isabel II (1833-1868), muy aficionada al uso de tocados y diademas, empieza a popularizar el uso de la mantilla, costumbre que pronto adoptan las mujeres más cercanas a ella. Las damas cortesanas y de altos estratos sociales, comienzan a utilizar esta prenda en diversos actos sociales, lo que contribuye, en gran medida, a darle un aire distinguido, tal y como ha llegado a nuestros días (aunque su uso es muy limitado y poco generalizado).

Su uso, tiene un claro retroceso, a la muerte de la soberana, aunque mantiene un cierto arraigo en el centro y sur de la península. Como podemos ver, se mantiene su uso, en lugares donde la utilización no tiene nada ver como prenda de abrigo sino meramente ornamental. Aun hoy en día perdura esta costumbre y es más fácil ver mantillas en el centro o sur de nuestro país que en la zona norte.

 http://segundaplenitud.files.wordpress.com/2011/10/images-reina-vixtoria-eugenia-con-mantilla.jpg

 La Reina Victoria Eugenia



El reducido uso de la mantilla en épocas siguientes al reinado de Isabel II, tiene, entre otros motivos, su origen en el uso de otras costumbres que imponían los nuevos monarcas. Un hecho reseñable, es el conocido como "la conspiración de las mantillas". Una forma de protesta de las mujeres españolas frente a las nuevas costumbres extranjeras que parecían querer imponer Amadeo I rey de España (Amadeo de Saboya 1845-1890) y su esposa Maria Victoria. Amadeo I renunció al trono de España al cabo de poco tiempo (tres años aproximadamente), debido a la "ingobernabilidad" de los españoles.

A finales del siglo XIX y principios del XX, la mantilla deja de ser una prenda de uso "cotidiano" en eventos, y empieza su declive. Tan solo se conserva, una pequeña "mantilla" que suelen utilizar las señoras en la iglesia, a la que se la conocía como "toquilla" (pañuelo, generalmente triangular, que se ponen las mujeres en la cabeza). Podemos indicar que se trata de una versión "reducida" de la mantilla, que se viste sin peineta.

Actualmente, la mantilla se puede ver, casi de forma exclusiva, en los toros, la Semana Santa y en las bodas. No es fácil verla en otros eventos o ceremonias. Y hablando de ceremonias, vamos a ver cómo "vestir" la mantilla.

 

Vestir la mantilla.


Para cualquier tipo de evento (boda, toros ...) la mantilla deberá contar con el largo adecuado a cada persona. Por la parte delantera, deberá contar con un largo hasta la altura de las manos, y por la parte trasera, un largo unos dedos por debajo de la altura de la cadera. Para evitar el "vuelo" de la mantilla, es conveniente sujetarla al vestido de forma discreta (generalmente por los hombros).


Dicen los estilistas, que un truco para hacer una buena sujeción y con suficiente "holgura", es ladear la cabeza al lado izquierdo, y sujetar la mantilla del hombro derecho y viceversa (ladear la cabeza hacia la derecha y sujetar la mantilla en el hombro izquierdo).


 Mantilla blanca en el cortejo de la Borriquita de Don Benito

¿Qué tejido elijir?


Tiene varias opciones en función del presupuesto y del gusto personal:

- Blonda: es un tipo de encaje de seda, caracterizado por la utilización de grandes motivos, sobre todo florales, que se realizan en seda más brillante que el resto de la mantilla (que se suele realizar en seda mate, para hacer resaltar más los bordados). Tiene una característica muy peculiar, que son las ondulaciones de sus bordes, al que algunos autores han denominado "puntas de castañuelas" por su similitud con estas.

- Chantilly: como su nombre indica, utilizan un tejido proveniente de esta ciudad francesa, ligero y elegante. Al igual que el resto de las mantillas, suele estar profusamente bordado de diversos motivos.

- Tul: es un tejido delgado y transparente, de seda, hilo o algodón, y podemos decir que el tachado de más "corriente" para las mantillas. Suelen utilizarse a modo de imitación de las mantillas de blonda y chantilly. Son las conocidas mantillas de encaje.


En cuanto a la peineta, deberemos decantarnos por una adecuada a nuestra altura y la de nuestra "pareja", si vamos acompañadas. Las mejores son las de carey, aunque hay otras variedades. Si somos bajitas, podemos optar por una peineta alta, aunque son más difíciles de llevar. Si somos altas, y de cara alargada, podemos optar por una peineta más baja ( y mucho más cómoda de llevar). En todo caso, hay que ajustarla bien al moño y cubrirla de forma correcta y bien equilibrada con la mantilla.


 Madrina descalza delante del paso de la Virgen de los Dolores de Don Benito


Y para lucirla en la boda, unos consejos. Si la boda es durante el día, luciremos la mantilla, con traje corto o cóctel. Y si la boda es por la tarde-noche, la misma solo será vestida con traje largo. Hay que tener en cuenta dos cosas: solo se viste en ceremonias religiosas (si la boda es civil, lo mejor es olvidarnos de la mantilla), y en bodas de cierta etiqueta (cuando viste traje de gala o chaqué, el novio). Y por último, los colores. Según marca la tradición, la mantilla blanca o marfil, solo la visten las solteras, y la mantilla negra, queda reservada para las casadas (aunque como muchas otras costumbres o tradiciones, no es muy tomada en cuenta).


Madrinas de la Cofradía de la Soledad de Don Benito



LA MANTILLA EN SEMANA SANTA


La clásica Mantilla española de color negro es la prenda tradicional femenina en el vestir por Semana Santa. En los Jueves y Viernes Santo se veía, (tanto en el siglo XIX como en la mayoría de las décadas del XX) a las mujeres andaluzas portar tan típica indumentaria que llevada con elegancia realza la belleza de quienes la luce.

En antaño mostraban las mujeres en público esta prenda con el fin principal de visitar Sagrarios de las iglesias donde se adora Jesús Sacramentado. En las últimas décadas del siglo XX cambió principalmente este sentido, siendo su primordial objetivo el acompañar en grupo a los titulares de las cofradías procesionales.


Madrinas acompañanado el paso de la Virgen de la Soledad de Don Benito 
 Viernes Santo 2012

El origen de la Mantilla se pierde en los tiempos. Las de más calidad eran de origen catalán, elaboradas a mano y cuyo valor era elevadísimo. Eran prendas de gran duración y se transmitían de madre a hijas y rara vez se compraban nuevas debido a su alto costo. La Mantilla formaba una de la parte más codiciada de la herencia familiar junto al Mantón de Manila

 Mantilla

En un principio, la Mantilla fue de bayeta o de paño, como todavía las conservan los trajes regionales de las diferentes comunidades españolas, constituyendo la prenda típica de las majas. Del pueblo salta a las clases pudientes en la época fernandina, llegando a ser exhibida en grandes ceremonias y fiestas por aquellas damas de la aristocrática y de la emergente burguesía. Hubo una razón patriótica, pues el portar esta prenda hacía distinguir a la mujer española de la europea en su forma de vestir. Es a partir de estas fechas cuando se llevan en blonda, chantilly y encaje, pero luego, pasado más de tres cuartos de siglo, el sombrero va ganando terreno a la Mantilla quedando ésta relegada a las festividades de Semana Santa; a las señoras que apadrinan bodas o banderas; a las damas que las lucen en las fiestas típicamente andaluzas, como los toros o festivales florales y el privilegio que obtiene la mujer española en las audiencias privadas del Papa. Llegó a ser la prenda más elegante del tipismo andaluz, encanto para los extranjeros, recibiendo por parte de Gautier, Dumas y otros escritores y poetas del siglo XIX, encendidos y grandes elogios.

Compañera inseparable de la Mantilla en los días de Semana Mayor, es la “Peineta” sobre todo la llamada de “teja” que Goya inmortalizó sobre las cabezas de sus famosas majas.

 


La “Peineta” tiene su origen en el peine, éste elaborado en madera, marfil o hueso, es a su vez la forma alegórica de reproducir los dedos de las manos del hombre acariciando los cabellos de su amada. Lo antiguos romanos no utilizaron el peine como adorno aunque le dieron un gran valor por ser realizados en plata y oro. Los árabes conocieron el peine y lo utilizaron con materiales como el caray y el marfil. Probablemente los gitanos al pasar a España en sus constantes emigraciones fueron los primeros en utilizar el peine como adorno, convirtiéndola en “Peineta”. Fueron fabricadas en diferente materiales con adornos artísticos calados, posteriormente en el siglo XIX se realizaron en celuloide, material utilizado en los modelos que se portan en nuestros días.

Los tiempos cambian y esta moda tradicional está en decadencia, dado que la cultura imperante hace que la juventud (salvo excepciones) no se adapte a esta forma tan femenina de vestir. Posiblemente, en las próximas décadas sea un recuerdo del pasado. 



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Madrinas en la antigua procesión del Silencio del Viernes Santo en Don Benito : Foto Disancor